lunes, 20 de junio de 2011
EL CUENTO DE LA SOÑADORA...
EL CUENTO DE LA SOÑADORA
POR ELENA G. GOMEZ
María llevaba mucho tiempo dando clase a niños y niñas entre 8 y 10 años. Procuraba siempre que podía que en su clase los niños no sólo aprendiesen las asignaturas que estaban establecidas sino que adquiriesen valores, esos que tanto se habían perdido y que eran la base sobre la que se debería levantar la sociedad.
Le encantaba ver las caras de asombro de aquellos niños cuando les hablaba de guerreros valientes y leales, cuando les enseñaba el valor de la palabra, o les hacía viajar con su imaginación, porque, a pesar de que todos sabían viajar por Internet y manejaban perfectamente los ordenadores, no sabían soñar.
Aquel día era un día especial, era el último día de clase y para ese día les tenía reservado un cuento de despedida.
Así, como habían hecho muchas tardes durante el curso, se sentaron todos en círculo y empezó a narrar la historia.
El cuento, les dijo, es el Cuento de la Soñadora. Y comienza así...
"En la Tribu de la Montaña había una Soñadora, y cada año, en el equinoccio de verano, se reunía con toda su tribu en torno a una gran hoguera. Cuando llegaba la noche la Soñadora empezaba a danzar en torno al fuego.
Aquel año la noche era oscura, iluminada tan sólo por el resplandor de la hoguera, una hoguera que parecía un gran corazón que latía al ritmo de los tambores.
La Soñadora empezó con su danza. Sus movimientos rápidos al principio se volvieron poco a poco más lentos y armoniosos, era como si hubiera conectado con una melodía que procedía de algún lugar del espacio.
Después de un tiempo la Soñadora se sentó. De sus ojos, que permanecían cerrados, empezaron a brotar lágrimas. Su cara se llenó de dolor y de sus labios empezaron a salir las palabras_
Veo mucho dolor, veo jóvenes que caminan sin rumbo, van deprisa, muy deprisa, algunos van inconscientes, otros buscan algo pero en realidad no saben qué.
Veo ancianos que están solos, en sus caras está dibujada la tristeza porque ya nadie les escucha ni valora su sabiduría.
Es un pueblo que camina sin ilusión, es un pueblo que no sabe soñar.
Y un grito lleno de dolor salió de la soñadora: Pero, ¿qué será de los hombres si se olvidan de soñar?...
Se convertirán en muertos vivientes, les dijo, serán zombis que caminarán por la vida sin rumbo, sin objetivos, sin metas.
Porque los sueños son como cuerdas que se lanzan al futuro para luego, a través de ellas, poder ascender a él.
Los sueños condicionan las vidas y hacen que cada uno se convierta en aquello que desea ser.
Y es que cada día, cada segundo de la existencia de una persona, está llena de pequeños e importantes sueños, sueños que forman parte de otro gran sueño, el sueño que está oculto en el interior de cada uno y que para descubrirlo hay que entrar dentro, en lo más profundo de uno mismo.
El Sueño contiene escrito lo que cada uno desea ser, lo que quiere realizar y el sentido que quiere dar a su vida.
A través del Sueño se llega a la Mente, al espacio donde todo nace, donde no existe el tiempo ni las limitaciones, donde se crea el destino, donde surge la consciencia.
Y es que en el Sueño está el poder, el poder que cada uno posee, su voluntad, su capacidad. Sólo quien conecte con su Sueño podrá dar sentido a su vida y nada ni nadie le harán cambiar.
La Soñadora se quedó en silencio. Luego, su cara se iluminó, se levantó y comenzó a danzar en torno al fuego sagrado y dirigiéndose hacia él le dijo... No podemos permitir que el hombre pierda la capacidad de soñar, de volar, de ser libre.
El Sueño está fuera del tiempo y ningún poder humano es superior a él.
He visto el futuro, un futuro en el que existe mucho dolor porque el hombre no sabe soñar, pero si el hombre no sabe soñar despierto por lo menos que sueñe dormido para que así, a través de esos sueños, pueda llegar hasta él el recuerdo, el conocimiento de lo que ha perdido y también de los deseos que hay en su interior.
Será un poco más difícil porque tendrá que aprender a separar en sus sueños lo útil de lo inútil, pero por lo menos no dejará de soñar".
Y así fue como la Soñadora hizo un pacto con el Fuego, un pacto a través del cual el hombre no se olvidaría nunca de soñar.
Ahora ya sabéis, continuó María, porqué soñamos, y lo importante que es que nunca dejéis de soñar.
Os vais de vacaciones, no tendréis que estar preocupados por los exámenes ni por los deberes, así que disponéis de tiempo, un tiempo precioso para vosotros, para pasarlo bien, para conocer nuevas personas, para vivir aventuras, pero sobre todo, para que aprendáis a soñar.
POR ELENA G. GOMEZ
María llevaba mucho tiempo dando clase a niños y niñas entre 8 y 10 años. Procuraba siempre que podía que en su clase los niños no sólo aprendiesen las asignaturas que estaban establecidas sino que adquiriesen valores, esos que tanto se habían perdido y que eran la base sobre la que se debería levantar la sociedad.
Le encantaba ver las caras de asombro de aquellos niños cuando les hablaba de guerreros valientes y leales, cuando les enseñaba el valor de la palabra, o les hacía viajar con su imaginación, porque, a pesar de que todos sabían viajar por Internet y manejaban perfectamente los ordenadores, no sabían soñar.
Aquel día era un día especial, era el último día de clase y para ese día les tenía reservado un cuento de despedida.
Así, como habían hecho muchas tardes durante el curso, se sentaron todos en círculo y empezó a narrar la historia.
El cuento, les dijo, es el Cuento de la Soñadora. Y comienza así...
"En la Tribu de la Montaña había una Soñadora, y cada año, en el equinoccio de verano, se reunía con toda su tribu en torno a una gran hoguera. Cuando llegaba la noche la Soñadora empezaba a danzar en torno al fuego.
Aquel año la noche era oscura, iluminada tan sólo por el resplandor de la hoguera, una hoguera que parecía un gran corazón que latía al ritmo de los tambores.
La Soñadora empezó con su danza. Sus movimientos rápidos al principio se volvieron poco a poco más lentos y armoniosos, era como si hubiera conectado con una melodía que procedía de algún lugar del espacio.
Después de un tiempo la Soñadora se sentó. De sus ojos, que permanecían cerrados, empezaron a brotar lágrimas. Su cara se llenó de dolor y de sus labios empezaron a salir las palabras_
Veo mucho dolor, veo jóvenes que caminan sin rumbo, van deprisa, muy deprisa, algunos van inconscientes, otros buscan algo pero en realidad no saben qué.
Veo ancianos que están solos, en sus caras está dibujada la tristeza porque ya nadie les escucha ni valora su sabiduría.
Es un pueblo que camina sin ilusión, es un pueblo que no sabe soñar.
Y un grito lleno de dolor salió de la soñadora: Pero, ¿qué será de los hombres si se olvidan de soñar?...
Se convertirán en muertos vivientes, les dijo, serán zombis que caminarán por la vida sin rumbo, sin objetivos, sin metas.
Porque los sueños son como cuerdas que se lanzan al futuro para luego, a través de ellas, poder ascender a él.
Los sueños condicionan las vidas y hacen que cada uno se convierta en aquello que desea ser.
Y es que cada día, cada segundo de la existencia de una persona, está llena de pequeños e importantes sueños, sueños que forman parte de otro gran sueño, el sueño que está oculto en el interior de cada uno y que para descubrirlo hay que entrar dentro, en lo más profundo de uno mismo.
El Sueño contiene escrito lo que cada uno desea ser, lo que quiere realizar y el sentido que quiere dar a su vida.
A través del Sueño se llega a la Mente, al espacio donde todo nace, donde no existe el tiempo ni las limitaciones, donde se crea el destino, donde surge la consciencia.
Y es que en el Sueño está el poder, el poder que cada uno posee, su voluntad, su capacidad. Sólo quien conecte con su Sueño podrá dar sentido a su vida y nada ni nadie le harán cambiar.
La Soñadora se quedó en silencio. Luego, su cara se iluminó, se levantó y comenzó a danzar en torno al fuego sagrado y dirigiéndose hacia él le dijo... No podemos permitir que el hombre pierda la capacidad de soñar, de volar, de ser libre.
El Sueño está fuera del tiempo y ningún poder humano es superior a él.
He visto el futuro, un futuro en el que existe mucho dolor porque el hombre no sabe soñar, pero si el hombre no sabe soñar despierto por lo menos que sueñe dormido para que así, a través de esos sueños, pueda llegar hasta él el recuerdo, el conocimiento de lo que ha perdido y también de los deseos que hay en su interior.
Será un poco más difícil porque tendrá que aprender a separar en sus sueños lo útil de lo inútil, pero por lo menos no dejará de soñar".
Y así fue como la Soñadora hizo un pacto con el Fuego, un pacto a través del cual el hombre no se olvidaría nunca de soñar.
Ahora ya sabéis, continuó María, porqué soñamos, y lo importante que es que nunca dejéis de soñar.
Os vais de vacaciones, no tendréis que estar preocupados por los exámenes ni por los deberes, así que disponéis de tiempo, un tiempo precioso para vosotros, para pasarlo bien, para conocer nuevas personas, para vivir aventuras, pero sobre todo, para que aprendáis a soñar.
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