"Hay cuentos para cada momento,
cuentos para cada estación:
los cálidos cuentos para el largo invierno,
cuentos azules, rojos, verdes y violetas para la primavera,
el verano trae adivinanzas, bromas y chistes
y las grandes epopeyas se cuentan en otoño.
Pero aqui y ahora,
en aquel trópico, atravesado por el dolor y la pasión,
la tradición quiere que cuente
los cuentos del amor.
Los Cuentos del Espíritu... para pensar y para amar mejor..".

Nicolás Buenaventura Vidal, in espectáculo "Cuentos del Espíritu", Festival Internacional de Teatro de Almada (Portugal, Julho, 2007).


Si quieres un adulto con pensamiento creativo, de pequeño cuéntale cuentos. Si lo quieres, además sabio, cuéntale más cuentos. Albert Eisnstein

domingo, 21 de febrero de 2010

EL PLANTADOR DE DATILES


En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Elihau de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.

Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Elihau transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

— ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.

— Contigo –contestó Elihau sin dejar su tarea.— ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?— Siembro –contestó el viejo.

— ¿Qué siembras aquí, Elihau?— Dátiles –respondió Elihau mientras señalaba a su alrededor el palmar.— ¡Dátiles! –repitió el recién llegado, y cerró los ojos como

quien escucha la mayor estupidez comprensivamente

—. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y

vamos a la tienda a beber una copa de licor.— No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...— Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?— No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso ¿qué importa?

— Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.

— Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar estos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido,vale la pena terminar mi tarea.

— Me has dado una gran lección, Elihau, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me has dado –

y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.

— Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.

— Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.

— Y a veces pasa esto – siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas —: sembré para no cosechar y antes determinar de sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.

— Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...

sábado, 20 de febrero de 2010

UN VASO DE LECHE


Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta
en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía hambre. Decidió que pediría comida en la próxima
casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.

Ella pensó que él joven parecía hambriento así que le trajo un
gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó:

- "¿Cuanto le debo? "

- "No me debes nada," contestó Ella.
"Mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad".

Él dijo .....
- "Entonces, te lo agradezco de todo corazón."

Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió
físicamente más fuerte, si no que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte.

Él había estado listo rendirse y dejar todo.

Años después esa joven mujer enfermo gravemente. Los
doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad,
donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad.

Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando oyó el nombre del pueblo de donde
ella vino, una extraña luz llenó sus ojos.

Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su
cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció en seguida.

Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar
su vida.

Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de
una larga lucha, ganó la batalla.
El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital
que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla.

Él la reviso y entonces escribió algo en el borde y le envió
la factura al cuarto de la paciente. Ella temía abrirla, porque sabia que le tomaría el
resto de su vida para pagar todos los gastos. Finalmente la
abrió, y algo llamo su atención en el borde de la factura.

Leyó estas palabras..... "Pagado por completo hace muchos
años con un vaso de leche - (firmado) Dr. Howard Kelly".